Michele Ferruccio Tuozzo
Si Fabrizio de Andrè hubiera conocido la historia de Domenico Elia, seguramente le habría dedicado 'Via del Campo': ... de los diamantes no nace nada, ¡es del estiércol de donde nacen las flores!
Michele Ragosta
ex Diputado de la República
Los primeros en dudar de mi decisión fueron mis padres, no querían ver partir a otro hijo... Pero yo sabía lo que quería y por eso convencí a mi tío Alessandro, llamado Santino, hermano mayor de mi padre, para que me ayudara. Fue él quien me compró el segundo billete de tren.
Volví a partir. Todo era igual que en el primer viaje, lo único que había cambiado era yo.
Después de unas 20 horas de viaje, por fin llegué a Brescia y allí en autobús llegué a Lumezzane. Enseguida me puse a trabajar entre el bar y la pizzería, pero yo era un principiante muy tímido y el contacto con el público era complicado. Desconocía el oficio de camarero o de pizzero. Valentino tomó entonces una decisión, quizá la más importante para mi carrera, y me llevó a trabajar a Bérgamo, a la pizzería de un íntimo amigo suyo. Allí empecé a trabajar como pizzaiolo. Rápidamente aprendí los secretos de una "señora pizza" y me hice bastante bueno. Me quedé a trabajar allí un año. Tenía nuevos amigos, una moto y una novia. Todo iba bien. Pero los planes de mi hermano eran otros, quería que volviera a trabajar con él y, como hermano, no podía ignorar su petición. Comprendí sus necesidades y exigencias y volví, aunque a regañadientes, al Gabbiano. Inmediatamente fue un éxito, éramos cómplices en todo y ese era nuestro punto fuerte. Gustábamos a los clientes, les encantaba nuestra cocina y nuestra pizza. Decidimos renovar el local y llamamos a una empresa local para las obras. Pero las obras empezaron a torcerse: los obreros que vinieron eran unos mafiosos que nos robaron la tranquilidad. Exigían que pagáramos el soborno para poder seguir trabajando sin ser molestados. Para nosotros fue un tsunami que arrasó el lugar, nuestros sueños, nuestros ahorros....
Valentino no aceptaba pagar, no soportaba las injusticias, los abusos de cualquier tipo. Y con la franqueza y el coraje inconsciente de sus 22 años, decidimos denunciarlos. Nuestra vida cambió a peor. Alcanzamos una popularidad no deseada, los periódicos hablaban de nosotros: "Jóvenes sureños denuncian a los usureros". Una vez finalizado el juicio con la condena de los extorsionadores, Valentino tomó una decisión: abandonar la provincia de Brescia. Eran demasiados malos recuerdos que nos robaban la energía. Cerramos el negocio y Valentino se marchó, pero yo me quedé y trabajé en una pizzería del centro de Brescia llamada "Lem". No quería dejar mi vida cotidiana. Pero sabía muy bien que pronto algo cambiaría, ¡a los hermanos Elia aún les quedaba mucho camino por recorrer!
Valentino siempre ha tenido un espíritu emprendedor y eso le ha permitido ir siempre un paso por delante...
Encontró un local para reformar en Ogliastro Marina di Castellabate, un lugar precioso junto al mar. Me llamó y me dijo: "Ven", "Abriremos una pizzería", "Le pondremos tu nombre". ¿Se puede rechazar una propuesta así? No dudé en mi decisión, su proyecto era atractivo. Así que al cabo de un par de meses abrimos la pizzería "da Mimmo", en la que participó toda la familia.
Inicialmente la pizzería iba a llevar mi nombre, pero fui yo quien tomó el suyo.... En Domenico's, me convertí en Mimmo para todos.
Mientras tanto, dividía mi tiempo entre Brescia, donde pasaba el invierno, y Ogliastro Marina para el verano...
Nuestra ambición profesional nos llevó a asumir otro gran reto: el 17 de junio de 1989 abrimos un restaurante-pizzería en Palomonte, "My World". Ese fue el comienzo de los primeros eventos y bodas organizados por nosotros. Con su apertura tuve que dejar mi trabajo en Brescia.
Desde el principio, My World nos dio muchas satisfacciones y con las distintas veladas organizadas nos convertimos en un lugar de encuentro para los jóvenes.
Mi ambición laboral estaba en su apogeo: tenía 22 años y ya dirigía dos clubes.
Esa fue la llamada chispa que encendió nuestros sueños: había algo más que realizar, otro sueño secreto que guardábamos en el corazón...
El objetivo era crear algo grande en Buccino como acto de gratitud a nuestros padres y decir a esas tierras, a esas montañas que yo despreciaba, que reconocía su valor. En 1992 empezamos a trabajar en un terreno que era en parte propiedad de nuestros padres, donde de niño solía llevar a pastar a las vacas. Estaba entre robles, rodeado de vegetación, y allí se materializaría nuestro sueño.
En 1994, inmersos por el trabajo en "My World", cerramos la pizzería de Ogliastro.
Lo que siguió fueron años difíciles y muy satisfactorios, pero si algo he aprendido de la vida es que todo lo bueno, a pesar de nosotros mismos, llega a su fin. Toda la armonía de aquel floreciente periodo se vio interrumpida por una terrible noticia: una trágica enfermedad se cebó con Valentino y a los pocos años falleció trágicamente, el 25 de febrero de 1997. Dejaba a su mujer Silvana y a sus dos hijos Gerardo y Rita, aún muy pequeños... Valentino solo tenía 36 años. Fue un trozo de mí que desapareció para siempre; me sentí extinguido. No murió un hombre, sino una estrella, y como todas las estrellas que mueren, arrastran consigo todo su esplendor. Pero no podía acabar así, tenía que dejar que su luz brillara. Sentía una gran responsabilidad hacia sus sueños. Así que decidí completar el proyecto que habíamos iniciado juntos para que todo el mundo conociera a Valentino a través de las cosas con las que soñaba, en las que creía.
En 1998 trasladé My World a Buccino y me lancé de cabeza a la realización de nuestro nuevo proyecto.
Ese mismo año me casé con una mujer maravillosa y fuerte, una roca, mi Pia.
Ella fue mi apoyo moral, psicológico y profesional. Se transformó de especialista en ISEF a chef con empeño y dedicación.
El 10 de junio de 2006, tras 14 años de duro trabajo, obstáculos burocráticos, financiación e hipotecas bancarias, se inauguró el "Hotel Elia".
La realización de un proyecto, la realización de un sueño que parecía una utopía para muchos, pero no para Valentino y para mí.
"Miro a mis hijos, a mis nietos, a mi mujer Pia y a mi cuñada Silvana y pienso en ti, Valentino.
Todo me trae de vuelta a ti.
Los paisajes de estas montañas, antaño lugar de evasión hoy son para mí las raíces sobre las que vivir, sobre las que anclar mi amor por mi familia y por ti.
Nunca podría abandonar estos lugares, y deseo que aquí mis hijos y nietos encontraran esa fuerza, esa armonía, ese coraje, esa determinación que nos forjó y nos llevó a ser lo que somos".